Bob Hoffman, su legado
Bob nació el 5 de septiembre de 1922 en Buffalo. Sus padres, judíos ucranianos, emigraron adolescentes a Estados Unidos para huir de la pobreza. Era el quinto de seis hermanos. Los primeros años fueron difíciles y creció en un entorno de pobreza con una madre estricta a la que temía y un padre poco presente que siempre le faltó.
A sus 8 años su padre fue golpeado por el caballo y perdió parte de sus facultades mentales, lo cual le impidió trabajar adecuadamente aumentando más aún su pobreza. Por esta razón se mudaron a Los Ángeles donde tenían parientes que les ayudaron.
En una familia tan numerosa y recibiendo poco afecto, parece que se esforzó en ser visto y competir para ganar aprobación. El sentimiento de indignidad de su familia le llevó a desarrollar un gran impulso a hacer algo grande en la vida, cosa que fue un gran motor de superación.
Tuvo que cuidar pronto de sí mismo y luchar para abrirse camino en la vida. Nunca tuvo una fiesta de cumpleaños en su infancia ni fue a un restaurante. Después fue siempre generoso para que los demás tuvieran eso que él nunca tuvo.
En 1945, a sus 22 años se casó con Laureen, una hermosa mujer de 20 años orgullosa de parecerse a Liz Taylor. Michael, el único hijo del matrimonio nació en 1947. Fue un muchacho tímido y con problemas de audición.
Bob Hoffman no tuvo un entrenamiento formal en psicología o psicoterapia, sino que era sastre, pero poseía una innata habilidad para escuchar las verdades profundas que a los eruditos se les escapan a veces. Bob puso el énfasis en una pieza vital que faltaba en la comprensión de las consecuencias en la vida adulta del condicionamiento infantil: el Amor. Es la falta de amor la que enferma a las familias y los individuos haciendo que dediquen la vida a su búsqueda, a menudo en lugares equivocados.
Para Bob la neurosis era sinónimo del sentimiento de “sentirse indignos de ser amados” y esta definición, comprensible para todos, encierra una profunda verdad sobre el origen de nuestro sufrimiento. La causa de ese sentimiento de indignidad estaba para él en el hecho de haber sido abandonados de un modo u otro cuando éramos niños.
En enero de 1967 comenzó para él un proceso, guiado intuitivamente, según Bob, por un psicoanalista, el Dr. Fisher. Llegó a la comprensión de cómo la negatividad que sus padres le transmitieron en la infancia, había sido también la experiencia de sus propios padres en su infancia. La comprensión profunda de este hecho le condujo a la compasión y el amor hacia ellos transformando profundamente su vida.
Esta experiencia le impulsó a ayudar a otras personas con el mismo proceso en 8-10 sesiones de 2 horas haciendo uso de su capacidad de intuir lo ocurrido en la infancia de sus clientes. Mientras aprendía con la práctica acerca de cómo hacer más eficaz y profundo este camino hacia la compasión y el amor hacia los padres y hacia uno mismo, sistemáticamente se encontraba con que las dificultades emocionales de los padres en su infancia eran transmitidas a su vez a los hijos, por un amor mal entendido que denominó “Amor Negativo ©”.
Esta transmisión se hacía compulsiva e inevitablemente y por eso acuñó su famosa frase: “Todo el mundo es culpable y nadie tiene la culpa”. Cuando la persona comprendía esta desgraciada herencia, podía abandonar la rabia y el resentimiento hacia sus progenitores y a través de la compasión hacia ellos, encontrar la paz en su interior.
Un psiquiatra, Ernest Pecci oyó hablar de su método y comenzó a derivarle pacientes para lo que él llamaba su Terapia Psíquica. Tratando a Muriel James, del círculo íntimo de Eric Berne, se asomó a algunos elementos del Análisis Transaccional que incorporó a su trabajo como los diálogos con los niños de los padres.
En 1972, cinco años después de este comienzo, conoció a la persona que abrió más puertas a la nueva terapia Fisher-Hoffman: el psiquiatra chileno afincado en California, Claudio Naranjo. Conocido internacionalmente por ser cercano a Fritz Perls, el creador de la Terapia Gestalt, y más tarde como la persona que más ha contribuido al desarrollo y difusión del Eneagrama. Esta es una compleja y profunda clasificación del carácter cuyo origen se pierde en el pasado y que él puso en términos comprensibles para la psicología moderna.
Claudio Naranjo conoció a Bob y se sometió a las 8 sesiones de dos horas, quedando impresionado por algunos hechos mencionados por este referentes a su padre, que daban luz a puntos oscuros que largos años de terapia no habían resuelto. Acordó con Bob que nunca antes había tenido un cuadro tan coherente de la influencia de sus padre en su desarrollo.
Deseoso de que los discípulos de su incipiente programa SAT se beneficiaran de ese trabajo, Claudio le propuso a Bob llevarlo a una experiencia terapéutica grupal y así haciendo uso de su experiencia en el trabajo con grupos. Tras esta experiencia Bob llevó a cabo los primeros grupos con Claudio y sus colaboradores, dando cuerpo a lo que sería después el Proceso Hoffman. Por esta contribución en la creación y difusión del proceso, Bob guardó reconocimiento y amistad para con Claudio el resto de su vida.
Se crearon ejercicios para que fueran los propios participantes quienes se abrieran a su propia intuición para conocer su pasado, en lugar de esperar la clarividencia de Bob para ello. Escribieron autobiografías de sus experiencias y emociones negativas, comenzaron a expresar sus emociones, especialmente la rabia, provocada por el recuerdo de las escenas infantiles, con las figuras internalizadas de aquellos padres de la infancia. La expresión de estas emociones dejaba abierto el camino para la comprensión y el perdón que se construía gracias a la comprensión de la vida de los niños que sus padres fueron.
Hoy tenemos abundante investigación sobre el efecto beneficioso de expresar las emociones y escuelas como la Bioenergética, la Gestalt y todo el trabajo corporal han popularizado este acercamiento, pero en aquella época era muy innovador y realmente podemos asombrarnos del valor que tuvieron en llevarlo adelante.
Hablar de perdón y amor en los 70 era algo totalmente ajeno a la psicología de la época y más bien objeto de la religión por lo que el Proceso se desarrolló y fue conociéndose entre un público ajeno a la corriente oficial. Hoy día el desarrollo de la compasión, capital en el Proceso Hoffman, es considerado en el mundo científico como fuente de salud mental y felicidad.
El Proceso en este comienzo se realizaba en 13 semanas compaginando el curso con el desempeño profesional de cada estudiante. Un año después, en 1973 fue diagnosticado de un cáncer de vejiga de mal pronóstico y se retiró a Puerto Vallarta en México a morir en paz dejando el Proceso en manos de personas de confianza. Sin embargo, estos no respondieron como esperaba y Bob volvió a ocuparse de todo sin volver a mencionar el cáncer. Volvió más ligero y positivo dejando de lado la preocupación de que el cáncer volviera, y de recibir el mensaje claro de que debía retomar el Proceso bajo su dirección.
En 1985 el Proceso tomó el formato de 8 días residencial. Se difundió y fue reconocido en círculos respetados. Figuras relevantes como el astronauta del Apolo 14 Edgar Mitchell, la conocida doctora Joan Borysenko, Almaas el creador del enfoque diamante, Ron Kane que le motivó a crear los viajes a la Luz y otros terapeutas experimentaron cambios notables en sus vidas a través de curso.
A finales de los 80 el proceso experimenta una difusión internacional y se incorporan como profesores personas que abren institutos en varios países. Por esos años Bob propone a Raz Ingrasci participar en el curso y más adelante como director ejecutivo. Su figura ha sido fundamental en la continuidad y el prestigio del Proceso hasta nuestros días.
Bob siempre trasmitió el mensaje de que todos tenemos la capacidad de sumergirnos en la infancia y rescatar lo olvidado, para poder así sanar los conflictos en el presente cuyo origen se remonta a etapas tempranas.
Luchó para que las personas abandonaran la sumisión o la rebeldía hacia los padres para poder escuchar su propia voz interior. Trabajó toda la vida para que las personas se sintieran amadas, capaces de amar y dignas de ser amadas.
En 1996 se celebró en Santa Mónica –California- la última conferencia internacional a la que acudió Bob. En ella dejó el legado de la estructura del Proceso que se ha venido impartiendo desde entonces hasta la actualidad. Murió el 7 de agosto de 1997 después de dedicar los últimos 30 años de su vida a desarrollar y afinar la estructura de este trabajo tan transformador.